...Y es que aquella tarde, no debí coger el coche... No tenía
que haber salido de casa... Pero lo hice, y eso no se puede cambiar... Estaba
en peligro mi vida, pero también la de la persona que más quiero en esta vida,
mi hermana...
No sé hacia dónde íbamos,
recuerdo que no encontraba aparcamiento y al meterme en la calle principal
apreté el acelerador, quise entrar por la siguiente calle y al frenar
bruscamente el coche derrapó y a su vez hizo un trompo... Reconozco que me
acobardé, pero no perdí el control y conseguí meterme por aquella calle.
Yo la llamaría... La calle
maldita. Pues maldita sea la hora en la que decidí que ahí tenía que meterme,
estando al filo de mi muerte, exponiendo a mi pequeña a tanto sufrimiento...
Pero, qué podía hacer? Nada...
-Ala! He conseguido este
aparcamiento de milagro! menos mal, hemos llegado...
(veo que se acercan tres
tipos altos, fuertes... con las manos en sus espaldas... vienen hacia aquí...
¿qué querrán estos pesados ahora? ¡que llevo prisa!)
-¡No se bajen del coche!
ponte atrás con la niña, no intenten hacer nada raro y estén calladas...
-Pero, ¿qué es lo que
quieren? ¿Qué pasa? (me empiezo a preocupar, mi pulso se acelera, me
desespero...)
-¡Cállate! dijo, ¿no lo
escuchaste? Solo queremos matarlas (se ríen los tres machangos a la vez... a
nosotras no nos sale ni una mísera lágrima ante tanto sufrimiento...)
Se alejan del coche,
tenían un furgón en el que conseguí ver escopetas, ¡grandes! de esas de
combate, sí, definitivamente estaban locos... Lo peor es que soltaron allí los
bates de béisbol que llevaban a la espalda y los cambiaron por algo atemorizador a primera vista...
Mientras... Traté de
cubrir a mi hermana con todo lo que encontré a mano y cuando se acercaron, ella
les ofreció que se quedaran con lo que teníamos, a mi me parecía una estupidez,
lo único que querían era matarnos, sino, nos hubieran pedido algo...
Nos estuvieron
martirizando horas y nosotras dentro del coche... Hasta que traté de
convencerlos a dejar marchar a la niña. No daba resultado...
-Tomen esto por favor,
dejen que nos vayamos y haremos como si no hubiera pasado nada, se los
prometo... Con este chantaje, aunque no fue nada fácil, logramos escapar las
dos. Sanas y salvas.
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